Un lamentable ejemplo.

La última noticia – decir última es mucho decir con la Casa Real – que nos llega desde Abu Dabi, es que el rey emérito ha comunicado que su domicilio fiscal ya no es España sido el reino Saudí. Lo que le quita cualquier lastimera reivindicación de un injusto exilio forzado por un hijo desagradecido y un gobierno hostil, pasando a convertirle en una especie de youtubero andorrano en busca de paraísos fiscales donde pagar menos. Otra más. Aunque esto nos llega a la vez que el conocimiento de que ha pagado 1 millón de euros a los abogados londinenses que le han librado de las denuncias de su amada amante Corinna. Millones que nadie «sabe» de donde han salido.

Ahora parece además que tendrá que hacerse a sus años «responsable» del cuidado de su verdadero heredero, Felipe Froilán de todos los Santos, que también parte rumbo a Oriente Medio para quitarse de en medio de tanto escándalo nocturno y vida de Borbón con la testosterona desatada. Estoy seguro que cuando mira al desierto desde su mansión, el rey emérito se arrepentirá de no hacer sido más moderno y haber permitido a que su primogénita Elena fuera ungida como Princesa de Asturias en su día y por tanto hoy Reina con un heredero al trono, Froilán, que sin duda no hubiera visto con tantos remilgos la laxa moralidad – económica y personal – demostrada por el abuelo. La verdad es que pocos como Froilán para representar mejor el sueño del milenial español medio. Un rey de tik – tok. El abuelo Juan Carlos estaría orgulloso de un digno heredero de Fernando VII, aunque fuera la peor noticia para una institución tan esencial e imprescindible en estos tiempo de «flexibilidad constitucional«, como es la monarquía. Os lo dice un republicano.

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