IDEAS
Serbia en el limbo geopolítico
Entre los grandes trastornos mundiales, la cuestión de los Balcanes ha quedado un tanto relegada a un segundo plano. El 15 de marzo tuvo lugar en Belgrado la mayor protesta de la historia del país. ¿Pero por qué razón? Más allá de las bases de fans y el parroquialismo, ¿puede realmente cambiar algo?

Ricardo Renzi.- Dissipatio
El sábado 15 de marzo de 2025, Belgrado fue testigo de una de las mayores protestas en la historia de Serbia, que marcó un momento crucial en la política serbia. Decenas de miles de ciudadanos, incluidos estudiantes de todas las universidades del país, participaron en la que fue la mayor manifestación de disidencia jamás vista , bajo el lema “15 por 15”, en solidaridad con las víctimas del derrumbe de una marquesina de autobús en Novi Sad que, en noviembre de 2024, causó la muerte de 16 personas durante una manifestación estudiantil.
Las protestas habían ido cobrando impulso en los meses anteriores, con los estudiantes liderando un movimiento que denunciaba la respuesta insuficiente del gobierno a las tragedias del país, el mal funcionamiento de las instituciones y la creciente insatisfacción con el presidente Aleksandar Vučić . La participación fue masiva, con estimaciones que oscilaron entre 325.000 y 800.000 manifestantes. La capital serbia fue literalmente invadida, con las calles bloqueadas por una multitud decidida, en un ambiente festivo pero al mismo tiempo tenso, que vio a las autoridades hacer todo lo posible para disuadir a los participantes, llegando incluso a organizar obstáculos para impedir su llegada a la ciudad.
La presencia de estudiantes en la dirección de este movimiento es emblemática: son jóvenes que se han encargado de organizar las manifestaciones, de acoger a los manifestantes de otras ciudades y de garantizar la seguridad, a menudo en condiciones de extremo estrés. El 15 de marzo fue un triunfo organizativo. A pesar de los intentos de las autoridades de frenar la afluencia a la ciudad y de las maniobras para desplazar la concentración central, la manifestación se desarrolló de forma pacífica y los ciudadanos siguieron manifestando su descontento con el régimen.
Otro elemento distintivo de la protesta fue el incidente que marcó el día. De repente, durante un momento de silencio en homenaje a las víctimas de las recientes tragedias, se escuchó un sonido ensordecedor, provocando pánico entre los manifestantes. Varios testigos describieron el ruido como si se tratara de un cohete o de un avión volando bajo. Rápidamente circularon rumores de que el ruido fue causado por un cañón sónico, un dispositivo de control de multitudes utilizado para dispersar multitudes , que el gobierno negó haber utilizado. Este incidente alimentó aún más el descontento entre los manifestantes y la oposición, que pidieron una investigación independiente.
Las fuerzas policiales, desplegadas en gran número durante el evento, no intervinieron adecuadamente para evitar enfrentamientos entre grupos rivales dentro de la protesta. Fue precisamente este episodio el que obligó a los estudiantes a proclamar el fin de la manifestación, admitiendo su incapacidad para mantener el orden sin el apoyo de las fuerzas policiales. El sentimiento de estar solos fue ampliamente expresado por los representantes estudiantiles, quienes denunciaron la falta de protección policial, pero también la acción represiva directa del gobierno.
Paralelamente a las crecientes tensiones internas, los manifestantes han tenido que enfrentarse a la acusación recurrente del presidente Vučić y sus aliados de que las manifestaciones estaban siendo manipuladas por potencias extranjeras. Esta retórica, recogida también por los medios gubernamentales, provocó cierta irritación entre los manifestantes, que respondieron simbólicamente ondeando banderas de Ferrari, una señal que tiene sus raíces en las protestas contra Slobodan Milošević en los años 90. La bandera del equipo de Maranello se ha convertido en un símbolo de resistencia y protesta contra los gobiernos autoritarios, y su presencia en las manifestaciones actuales representa no sólo la continuidad de un movimiento, sino también una respuesta irónica a la idea de la influencia extranjera.
Desde un punto de vista geopolítico, estas manifestaciones no son sólo una señal de descontento interno, sino que forman parte de un contexto más amplio en el que Serbia tiene que lidiar con sus alianzas internacionales . Si bien Vučić ha buscado mantener un delicado equilibrio entre la Unión Europea y Rusia, la creciente insatisfacción interna podría socavar su posición. Serbia, de hecho, se encuentra en un limbo geopolítico: ansiosa por integrarse en la UE, pero al mismo tiempo atada a Moscú por razones históricas, económicas y políticas. Las manifestaciones de marzo pusieron de relieve un disenso que no sólo es contra Vučić, sino también contra su política de navegación entre Occidente y Este.
En resumen, la protesta del 15 de marzo no fue sólo una manifestación de descontento popular, sino un verdadero desafío al sistema político serbio . Los estudiantes, con el apoyo de la sociedad civil, destacaron la impotencia del gobierno para gestionar las demandas sociales y políticas, pero también la incapacidad del régimen para escuchar las legítimas demandas de los ciudadanos. En este clima de creciente inestabilidad, el futuro de Serbia parece cada vez más incierto, mientras que el gobierno serbio tendrá que responder a las preguntas planteadas por los manifestantes, no sólo sobre la gestión de la protesta, sino también sobre las verdaderas intenciones políticas de Vučić, que parece más comprometido con mantener el poder que con garantizar una democracia real en el país.