Esto es lo que le queda a uno en el cuerpo tras ver la película española Mari(dos).  La pregunta de si era necesario destinar dinero, tiempo y humor (poco) a una película de este estilo. Con una trama repetitivamente familiar, donde dos hombres descubren que comparten a la misma mujer que tiene dos familias paralelas (y lelos) los 102 minutos que tiene el metraje no es que se hagan largos, es que son innecesarios. Protagonizada por el querido Paco León y un siempre exagerado Ernesto Alterio, ni el bagaje en el humor de estos dos actores de larga trayectoria es capaz de sortear las trampas que unos guionistas sin mucha imaginación les ponen para desarrollar una historia previsible y facilona. Personajes secundarios (sin faltar) sin gracia ni sentido (salvo alguna frase suelta de Raul Cimas o del propio León) y los inevitables guiños de moda a la diversidad de género con niñe incluide, no hace sino rematar la crónica de una muerte anunciada: la del cine de comedia española que ha entrado en una deriva de dificil solución.

Se echa de menos y eso que lo anuncia, un último giro homosexual de los protagonistas para no dejarse nada en el tintero. Por lo demás, si la ven no se quejen. Ni la quinta parte de una saga familiar de Santiago Segura ofrece tan poco. Bueno, tal vez sí. Pero eso ya es cosa de ustedes si lo que quieren es rellenar de cualquier forma, como hice yo, casi dos horas de sus vidas.

Óscar C.