CULTURAS

El posibilismo trágico de Buero Vallejo en sus nuevas obras completas

Biblioteca Castro publica el primer tomo que recopila todos los trabajos del icónico dramaturgo (desde 1949 a 1976). Le seguirán otros dos más, incluyendo narrativa y ensayo.

Ignacio Amestoy.- El Cultural

Ya está en librerías el primer tomo (1.302 páginas) de las obras completas de Antonio Buero Vallejo, editadas por Biblioteca Castro, casa en la que han encontrado cobijo definitivo desde todo Alfonso X a todo Galdós, en ediciones limpias de acotaciones, polvos y pajas.

El primero de los tres volúmenes del conjunto bueriano contiene sus obras estrenadas desde 1949 a 1975 (Historia de una escalera a La Fundación), al que seguirá su teatro desde 1976 a 2000 (de La doble historia del doctor Valmy a Misión al pueblo desierto, más obras inéditas, y versiones), y el tomo final, con ensayo, poesía y narrativa, en un total de casi 4.000 páginas. Para cincuenta años exactos de teatro.

Partimos de 1949 cuando, tras las guerras mundiales [y la incivil española], el teatro mundial vive «una auténtica edad dorada del género trágico». Eso opina el catedrático de la UCM Javier Huerta Calvo, al que el académico Darío Villanueva, director de la Biblioteca Castro, encargó con acierto la edición.

En ese 1949, Buero estrena en Madrid Historia de una escalera; Arthur Miller, en Nueva York, Muerte de un viajante, y Carlos Gorostiza, en Buenos Aires, El puente. Tres memorables tragedias que siguen a las escritas años antes por Brecht, O’Neill, Anouilh, Sartre, Camus, Williams o Priestley. Estamos hablando de Buero, un autor universal.

Buero había ganado, con Historia de una escalera, en ese 1949 el premio Lope de Vega, restaurado por el Ayuntamiento de Madrid tras unos años de ausencia por la guerra. Su estreno inmediato en Madrid constituirá uno de los acontecimientos más relevantes del teatro nacional en el siglo pasado. La obra se representa ahora en el Teatro Español, hasta el 30 de marzo, a los 75 años de su estreno, dirigida por Helena Pimenta.

Y, desde aquel 1949, casi cada año, hasta 2000, Buero fue estrenando y publicando un conjunto de obras que son la crónica teatral de España. Un teatro que está escrito para la escena pero también para su lectura. Javier Huerta lo subraya: «Fuera de consideraciones más o menos formales, la lectura de Buero es un ejercicio de alto humanismo».

El catedrático nos ofrece, junto a las obras escritas hasta el significativo 1975, una introducción que incluye un análisis de las dieciocho obras del periodo; una cronología de la vida y la obra del autor desde su nacimiento (Guadalajara, 1916) hasta su muerte (Madrid, 2000); notas de sus treinta estrenos de obras y adaptaciones, más un somero álbum fotográfico del escritor. No se puede pedir más.

Merecen subrayarse los datos y comentarios que Huerta aporta sobre circunstancias señeras de Buero. Sus estudios en Bellas Artes, con su afiliación a la FUE. La relación con su padre militar, tal vez asesinado en Paracuellos el 6 u 8 de noviembre del 36. En el 38, su entrada en el PCE, hasta el 46. Detenido en el 39, pasará por diversas cárceles; en la de Toreno, hace el retrato a Miguel Hernández.

En el 40, un Consejo de Guerra le condena a muerte, recordándosele «que era hijo de un militar asesinado por los rojos», y se le conmuta la pena. Pasa a la cárcel de El Dueso, donde tiene un desencuentro que le pesará siempre con Rivas Cherif, importante teatrero y cuñado de Azaña; por hacer teatro en el penal, Buero le tacha de colaboracionista, y Rivas contestará hablando de la docilidad de Buero asistiendo a misa los domingos.

El Lope de Vega lo obtiene gracias a los votos de Joaquín Calvo Sotelo y Cayetano Luca de Tena. En 1952, protagoniza La tejedora de sueños su admirada María Jesús Valdés, que luego casará con Vicente Gil, el médico de Franco. En el 56 estrena Hoy es fiesta, un gran éxito. En el 59 contrae matrimonio con Victoria Rodríguez.

En el 60, Las Meninas, 300 representaciones. 1960, carta a favor de Goytisolo, que había sido encarcelado, y la muy agria polémica con Alfonso Sastre a favor del posibilismo. 1963, fallece su madre; dos meses sin salir de casa. En 1964, la censura prohíbe La doble historia del doctor Valmy, sobre la tortura; temporada en blanco, Victoria «trae el dinero a casa». 21 de mayo de 1972, ingresa en la RAE, con el discurso García Lorca ante el esperpento; Laín le contesta, las dos Españas… 1974, La Fundación, «una obra maestra para cerrar una época», subraya Javier Huerta.

A partir de entonces, «vivir y crear en democracia», apunta el editor: 1976, estreno, por fin, de La doble historia del doctor Valmy, con múltiples amenazas. 1979, conato de pateo en Jueces en la noche. Mayo del 86, muere su hijo Enrique, «joven actor que nos dejó a sus veinticuatro años», anotó su padre. En el 87, recibe el premio Cervantes; el único dramaturgo que lo ha recibido por ahora. Octubre de 1999, estrena su última función, Misión al pueblo desierto.

9 de abril de 2000, muerte de Buero. En la mañana del 31 de abril, mientras desciende el féretro, con una cruz, a la tumba, en el Cementerio de La Paz, se lee un fragmento de En la ardiente oscuridad: «¡Ver! Aunque en este deseo se consuma estérilmente mi vida entera, ¡quiero ver! No puedo conformarme. No debemos conformarnos». Y lo que podría ser una conclusión de Huerta: «En el corazón del teatro de Buero Vallejo late el hecho trágico por antonomasia de la historia contemporánea de España, la Guerra Civil».

Compártelo en