Fui a verla sin ser un fan destacado de Dylan, gracias a que mi hija adolescente si lo es de Chalamet (Bechamel le llamo yo para picarla), su protagonista. Y no me arrepiento (de ir a verla no de llamarle así). La película, desde sus primeras escenas,  se revela como una obra cautivadora que transporta al espectador a la pujante escena folk de los años 60. Bajo la dirección de James Mangold, la película no solo rinde homenaje a la leyenda de Bob Dylan, sino que también ofrece unviaje en un tiempo complejo y cambiante que atrapa con su autenticidad.

Timothée Chalamet, en el papel del joven Dylan, ofrece una interpretación deslumbrante. Su capacidad para encarnar al icónico músico va más allá de la imitación: captura su espíritu, su rebeldía y su deseo de trascender. Lo más impresionante es que Chalamet interpreta él mismo las canciones, elevando aún más su actuación. Su transformación es hipnótica, haciendo que el público olvide por completo que está viendo a un actor y no al propio Dylan en sus primeros años de carrera.

El reparto secundario también brilla. Monica Barbaro como Joan Baez aporta una calidez y sensibilidad que complementa a la perfección la historia, mientras que Elle Fanning, en el papel de Sylvie Russo, enriquece la narrativa mostrando la cara oscura e incluso abofetable del cantante. Edward Norton, como Pete Seeger, aporta una presencia imponente que ayuda a entender la importancia de la escena musical de la época dentro de los cambios sociales en marcha.

La música, por supuesto, es el alma de la película. Cada interpretación que transporta al espectador a una era que cambió la historia de la música. La selección de canciones y el impecable trabajo de sonido logran que A Complete Unknown no solo sea una película sobre Dylan, sino un testimonio de la revolución artística que él ayudó a liderar. En definitiva, una obra imprescindible.