IDEAS
El 2024 prepara una nueva revolución europea
Aleksandr Duguin
Aleksandr Duguin .- El Viejo Topo
Duguin ha sido calificado de rojipardo o de fascista, por supuesto sin haberlo leído. También se le ha acusado (falsamente) de ser el asesor de cabecera de Putin. En cualquier caso a la gente hay que juzgarla por lo que dice y hace. Y para eso hay que escucharles.
Este año será el comienzo de una revolución en Occidente, pues ahora vemos que existen dos Occidentes: el globalista y el… de la gente común. Los globalistas representan al primer Occidente y se niegan a reconocer la existencia de otros sujetos. Además, los globalistas insisten en que no existe “otro” Occidente, un segundo Occidente. Sin embargo, existe. Los defensores de la multipolaridad deben darse cuenta de que existe este segundo Occidente el cual lo componen varias fuerzas que rechazan la agenda globalista y ultraliberal promovida por las élites occidentales. Entre estas fuerzas encontramos izquierdistas como Sarah Wagenknecht y su nuevo partido, “la Roja Sarah” (una valquiria de origen iraní-alemán) que se ha convertido en el símbolo de la izquierda antiliberal europea. En Italia también se encuentra el teórico Diego Fusaro, discípulo del marxista y antiglobalista Constancio Preve, que sigue una línea similar. En Francia existen otros pensadores importantes como Alain Soral, Michel Onfray, Jean-Claude Michea y Serge Latouche. Lo que tienen todos estos representantes de la izquierda europea es que son enemigos del capitalismo global y detestan a las pseudoizquierdas financiadas por Soros que promueven la agenda LGBT, el nazismo ucraniano, el genocidio de los gazetíes y la migración incontrolada. Claro, esta misma izquierda al servicio del capitalismo ataca el “fascismo” ruso y promueve abiertamente el liberalismo nazi.
Por otro lado, existen fuerzas de derecha, bastante lamentables, en los países europeos que constituyen un segundo aliado. La francesa Marine Le Pen es un ejemplo. Alternativa para Alemania y otros movimientos más pequeños han comenzado a ganar fuerza en los territorios prusianos que antes conformaban la Republica Democrática Alemana. Lo mismo sucede en Italia donde, a pesar de la presión del liberalismo globalista de Meloni, las fuerzas de derecha no han desaparecido. Y lo mismo podemos decir del populismo de derechas en muchas otras partes del mundo. No obstante, nuestro principal aliado en este segundo Occidente es la gente común que no entiende la política y que se niega a aceptar los cambios de sexo, el castramiento de sus hijos, casarse con cabras, apoyar la inmigración masiva de personas que no son capaces de cuidar de su propia higiene o proteger a los maniáticos ucranianos, comer cucarachas, rezar oraciones en favor de Greta Thumberg y maldecir a los rusos todas las noches, a pesar de que estos últimos no les han hecho nada. Es precisamente este ciudadano de a pie, representante de la pequeña burguesía, la columna vertebral de la revolución que se avecina. La gente corriente hace mucho que ha dejado de comprender el lenguaje de las élites liberales actuales y se rehúsan a seguir el camino de degeneración y degradación que estos les exigen.
La multipolaridad debe apoyar esta Revolución Europea, ya que la gente corriente que representa a este segundo Occidente no son los culpables de la situación actual. Hace mucho tiempo que la democracia dejó de existir en Occidente, ya que el primer Occidente ha establecido de facto una dictadura liberal globalista directa excluyendo al segundo Occidente. Por lo tanto, la única alternativa que queda es deshacerse de aquellos que usurparon el poder por medio de la revolución. Esta es la agenda europea para el 2024, pues Europa deberá conseguir su libertad con sus propias manos.