Soy un fanático de los medios, de la prensa, y por tanto de algunas redes sociales ahora denostadas desde las que llego a textos, noticias… de cualquier parte del mundo y que, gracias a la intelegencia artificial o a google, puedo leer traducidos e incluso rescatarlos para esta web.
Esta tara me vienen de siempre, porque en mi casa nací con El País, Diario 16 e incluso el Ya debajo del brazo. Mis padres, mis tíos, mi abuelos… siempre compraban la prensa -mi abuelo también el diario As – y yo me la leía. Desde pequeño me acostumbré a querer entender lo que pasaba y a interesarme el porqué y el para qué. Y luego, esta afición se complementó con la lectura de novelas pero sobre todo de ensayos. ¡Como se cabreaban mis amigos al jugar al Trivial conmigo jajaja!
Pero volviendo al motivo de estos apuntes, que me voy por las ramas como un Vinicius cualquiera, aún sigo con esta afición. Y lo hago pese a la mercantilización y lameculéo de unos medios totalmente dependientes del poder, no tanto del político –que también– sino del económico. Unos medios que, al no depender de sus lectores que han sido arrasados por el internet del «todo gratis«, se han reinventado como entes aún más dependientes para sobrevivir gracias a los anunciantes. Y con ello, esclavos unos cuantos poderosos de los que dependen todos esos anunciantes. Claro que, luego hay medios creados directamente para eso, pero eso será motivo de otra entrada en el blog. En esta España -Occidente más bien– decadente, sumida en la polarización, se nota mucho más. Ante cada noticia hay equipos de opinión sincronizada que nadan contra la verdad pero hacia donde les dicen, sin disimulo y sin vergüenza. Ahora se percibe mucho más en los medios afines al Sanchismo, los progres, que tienen que justificar lo injustificable, pero no desesperen que cuando lleguen los populares lo harán igual a la perfección. Anda que no entrenan…
En cualquier caso, no me quitan las ganas o más bien la costumbre. Y cada día sigo leyendo, o más bien ojeando en busca de cosas interesantes, medios a los que estoy suscrito como El Confidencial, El País, ABC y El Mundo, junto a otros como La Gaceta, El Debate o el Periódico de España, escuchando a Alsina en Onda Cero por las mañanas, a Luis Herrero en Es Radio por las tardes y a otros programas en medios más minoritarios, incluso en RNE. Y claro, para contrarrestar y contrastar, leo otras decenas de digitales de aquí y de fuera que me muestran otra realidad, informada y informante, de lo que pasa en el mundo, acompañado de podcast donde se hace buen periodismo. En estos medios minoritarios, proyectos culturales, webs de contrainformación etc., algunos a izquierdas pero sobre todo de derechas – es lo que hay y debería hacérselo ver la izquierda de verdad, no la caniche, si es que aún existe – es donde uno encuentra calidad, cantidad y sobre todo coherencia y pluralidad. Y cuando digo de derechas, no me refiero a la clásica neoliberal o neocon, aún mayoritaria, sino a las derechas – en plural– populares –que no del PP-, populistas, conservadoras y alternativas. En esos nuevos medios, uno encuentra más pluralidad e incluso «izquierdismo» que en el Mundo Obrero.
Lo dicho, que escribo esto un sábado a las 08:30 de la mañana con un café en la encimera y tras haber ojeado ya varios periódicos. Como llevo haciendo casi 50 años. Cambiando el nesqüik por café claro. Pero igual de interesado por saber y por pensar…, a veces demasiado.