De familias, miserias y sistemas.

 La serie de la BBC “The Crown” ha entrado en su quinta temporada de lleno en la historia reciente, tocando un tema que los que peinamos canas vivimos más o menos cerca: la historia de Lady Di y su relación con la Corona británica a través de Carlos, hoy rey – por cierto muy mejorado físicamente para la serie-.

Mas allá de la magnífica producción y de unos actores de altura – sobre todo la que interpreta a Lady Di que podría jugar en la NBA – la narrativa de lo sucedido juega con lo incorrecto y luego pretende limitar los daños que hace un heredero de la Corona egoísta e infiel en sus relaciones personales y conspirador y desleal en sus relaciones con su madre Isabel II ¿y como lo hacen? mostrándolo como un marido infiel que maltrata con su desprecio a su mujer pero al mismo tiempo un preocupado heredero progresista, moderno, defensor de la renuncia a la financiación pública de la Casa Real etc. Lo malo para el, ahora que reina, es que los británicos han recordado sus escándalos de antaño a la vez que tendrán oportunidad de comprobar la veracidad de sus ansias reformistas. Y no ha empezado con buen pie, porque sus gestos iniciales le sitúan más en la senda del niñato – ya anciano – caprichoso y elitista que de otra cosa.

La serie es muy recomendable como entretenimiento sin duda, pero también como reflexión sobre las dificultades de una monarquía sustentada en valores eternos pero representada por personajes poco ejemplares para sobrevivir a los nuevos tiempos.

Hay una escena donde el marido de la reina Isabel II, Felipe de Edimburgo, le dice a Lady Di que está haciendo mejor su papel porque ha entendido que cuando se casó con el príncipe Carlos no se incorporaba a una familia sino a un sistema. Más claro agua…

Compártelo en