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LUGARES

Panteón de Madrid

Ruta por las ciudades de los muertos (4)

Óscar Cerezal.- La mirada disidente

«Hombres ilustres tienen por tumba la Tierra entera»

Tucídices.

 

En diciembre de 2021, por mi cumpleaños, uno de mis regalos fue denominado «experiencia». Y consistía en visitar un cementerio poco conocido y menos visitado aún en Madrid. Maravilla de regalo. Se trata del Panteón de Hombres Ilustres.

Este espacio se sitúa entre la calle de Julián Gayarre, por la que se entrada, y el paseo de la Reina Cristina, junto a la Basílica de Nuestra Señora de Atocha, en barrio de Pacífico muy cerca del Retiro y de la Estación de Atocha.

En 1837 las Cortes Generales aprobaron instaurar un Panteón, al estilo del glorioso homólogo parisino, donde por elección de las Cortes Generales (50 años después de muertos) reposarían los restos de grandes próceres de la Patria.

No pudieron ser hallados, y se dieron por perdidos, los restos de Lope de Vega, Velázquez, Don Pelayo, El Cid, Jovellanos o Goya, entre otros muchos que demuestra el interés inicial de convertir este espacio de memoria como símbolo de la historia más gloriosa de España. Por ello, el 20 de junio de 1869 un cortejo de carrozas guiadas por bandas de música y desfiles militares se inauguró el Panteón con los restos de Garcilaso de la Vega, Juan de Mena, Quevedo, Calderón de la Barca… que junto a otro políticos, arquitectos y militares fueron sus primeros moradores.

Estos restos, fueron instalados en una capilla pero años después fueron devueltos a sus enterramientos de procedencia, cerrándose con esta primera etapa el intento de contar en España con un Panteón nacional de hombres ilustres.

En una segunda etapa, por mandato de la regente María Cristina se decidió levantar y restaura la deteriorada Basílica de Atocha añadiendo un anexo donde reposaran los restos que se encontraban en el Panteón original. En 1890 se eligió ganador el proyecto del arquitecto Fernando Arbós. El conjunto, de estilo neobizantino albergó un reloj de cuatro esferas y tres campanas, y el panteón, que tenía carácter de claustro de la basílica y se inspiraba en el camposanto del Plaza del Duomo de Pisa. El proyecto era muy ambicioso pues la basílica estaba destinada a ser el templo de la Corte y sede de las ceremonias religiosas reales.

En 1901 se trasladaron a él los restos de Palafox, Prim y Ríos Rosas entre otros.

En años posteriores recibieron sepultura en el nuevo emplazamiento los restos de otros muchos políticos algunos de los cuales fueron con el tiempo siendo retornados a sus lugares de origen.

 

 

En 1924, sin seguir el proyecto original de Arbós, se comenzó la construcción de la nueva iglesia de los dominicos, para lo cual el rey Alfonso XIII cedió los terrenos necesarios, encomendando a la comunidad el cuidado del campanile y del panteón, hoy en día pertenecientes a Patrimonio Nacional. Durante más de 40 años, desde la II República al franquismo, el panteón estuvo en estado de total abandono.

En 1970, en el terreno que quedaba libre entre ambos elementos, se construyó el colegio Nuestra Señora de Atocha, dejando aislado el campanile, que ya no es accesible. A finales de los ochenta, Patrimonio Nacional procedió a la restauración y apertura al público del panteón, y en 2003 se restauraron los mosaicos interiores. Los arquitectos Álvaro Siza y Juan Miguel Hernández de León (magnifico arquitecto y mejor persona), dentro de su plan de remodelación del eje Prado-Recoletos propusieron demoler el colegio para dar mayor visibilidad al panteón, además de otras actuaciones para ponerlo en valor.

A día de hoy el Panteón de Hombres Ilustres es un buen ejemplo de la falta de sentido y orgullo nacional que rige en nuestro país. Un quiero y no puedo que fue abandonado con los años por unos gobernantes mediocres que no entienden la importancia presente y futura de poner en valor la grandeza de nuestra historia y la fuerza de la unidad de todo el país. O tal vez durante muchos años si lo supieron y por eso prefirieron mantener un relato histórico falsario y cainita que mantuviera y mantenga al pueblo dividido y por tanto debilitado.

¿Se imaginan semejante desprecio a los próceres de la patria en Francia, Italia, Inglaterra o cualquier otro país? ¿Se imaginan el conflicto que significaría intentar honrar, hoy en España, recuperar en un nuevo Panteón la memoria de grandes hombres de su tiempo? En esto España también es diferente.

 

Permítanme que sueñe con ese nuevo Panteón donde sus actuales moradores compartan espacio y sean honrados junto a otros grandes hombres y mujeres de nuestra historia. Mujeres y hombres de la política, la pintura, la filosofía, la educación…, donde a nadie se le someta a un juicio histórico revanchista y donde sean respetadas todas las “Españas”, todos los españoles, como coparticipes de nuestro pasado y por tanto de nuestro destino. Una tarea pendiente que la restauración democrática de 1978 no incluyó entre sus obligaciones y que el actual revanchismo renacido en el nuevo milenio no parece dispuesto afrontar, todo lo contrario. Pero no por ello, los patriotas tenemos la obligación de pedirlo, de exigirlo. Porque como dicen los versos de Gabriel Celaya que inspiran esta mirada disidente:

Nosotros somos quien somos.
¡Basta de Historia y de cuentos!
¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a sus muertos.”

Poco más se puede decir y contar. Bueno si, que “viva España con honra”.

Los actuales monumentos del Panteón de Hombres Ilustres

Práxedes Mateo Sagasta

Sagasta fue un político liberal progresista que llegó a ser presidente del gobierno y falleció en 1903. Su monumento fúnebre fue esculpido en mármol por Mariano Benlliure un año después. Sobre unas gradas aparece Sagasta tumbado en su lecho de muerte, ostentando el Toisón de Oro. Desde la cabecera lo observa una mujer semi desnuda que representa la Historia en actitud de cerrar el libro de la época que concluye con su muerte. Un joven obrero a sus pies simboliza al pueblo.

 

Eduardo Dato e Iradier

Dato fue un político conservador, presidente del gobierno, asesinado en 1921. Realizado también por Mariano Benlliure en 1928, el sepulcro es una base funeraria sobre la que descansa el cadáver de Dato con las manos en el pecho. Detrás una mujer levanta una cruz y delante dos amorcillos flanquean el escudo de España.

 

Antonio de Ríos Rosas

Ríos Rosas fue un político liberal conservador, ministro de gobernación y presidente del Congreso de los Diputados, que murió en 1873. Su mausoleo, de tipo retablo, lo realizó Pedro Estany en 1905. El sarcófago de Ríos Rosas, con decoración de bronce y oro, se eleva sobre una base de mármol. Un joven alado le ofrece una rama de laurel mientras que una mujer llora sobre él.

 

Antonio Cánovas del Castillo

Cánovas fue un político conservador y literato, uno de los artífices de la restauración de Alfonso XII, presidente del gobierno en cuyo cargo se turnó con Sagasta. Asesinado en 1897, su monumento fúnebre, realizado en mármol blanco por Agustín Querol en 1906, es el más admirado del panteón. La estatua de Cánovas descansa sobre el sepulcro elevado en cuyo frontal seis figuras representan las virtudes de Templanza, Sabiduría, Justicia, Elocuencia, Prudencia y Constancia. Una figura femenina llora a su cabecera, mientras que otras dos enmarcan el retablo. Al fondo, un relieve de Cristo Resucitado se rodea de figuras asombradas por su aparición.

 

José Canalejas

Canalejas fue un político liberal y literato, presidente del gobierno, asesinado en la Puerta del Sol en 1912. El monumento, realizado por Mariano Benlliure en mármol blanco en 1915, es el más descriptivo de la colección. Dos hombres y una mujer trasladan el cadáver de Canalejas hacia la cripta funeraria. Sobre ésta, la imagen de un Cristo Redentor aparece con los brazos abiertos en señal de acogida. Las guirnaldas de la parte posterior simbolizan la inmortalidad.

 

Manuel Gutiérrez de la Concha

El marqués del Duero fue un héroe liberal de las guerras Carlistas, jefe del ejército del Norte. El monumento fue esculpido en 1880 por el arquitecto Arturo Mélida y Alinari, responsable también de la estatua de Colón. La estatua que sostiene la efigie del marqués es obra de Elías Martín. A los pies de ambas figuras un león, guardián de la inmortalidad, vela el sueño del fallecido. El conjunto incluye los nombres y fechas de las batallas en las que se distinguió el militar.

 

 

Mausoleo conjunto

En el patio del claustro, a la intemperie, encontramos este mausoleo construido en 1857. Instalado inicialmente en el cementerio de San Nicolás, el cierre del camposanto propició su traslado a este panteón. Denominado Monumento a la Libertad, el mausoleo es un cuerpo cilíndrico terminado en un cono recubierto de escamas y rematado por una Estatua de la Libertad española obra de Ponciano Ponzano que nos recuerda mucho a la Estatua de la Libertad de Nueva York y que curiosamente es anterior a ésta. Este monumento acoge los restos mortales de varios personajes distinguidos como Argüelles, Calatrava, Mendizábal o Salustiano Olózaga, también defensores del régimen constitucionalista.

 

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