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CULTURAS

Mario Calabresi

Años de violencia, victimas olvidadas.

Mercedes Monmany.- ABC Cultural 

El periodista italiano nos sumerge, desde una perspectiva personal, en la Italia de los llamados ‘años de plomo’: una guerra feroz contra el Estado por grupos de extrema izquierda.

«Se sienten olvidados, apartados, vencidos ¿cómo esperar serenidad de juicio? ¿Cómo se les puede pedir el valor de la clemencia?», dice el periodista italiano Mario Calabresi (Milán, 1970) en su impresionante libro, imborrable en la mente de cualquier lector, ‘Salir de la noche. Historia de mi familia y de otras víctimas del terrorismo’.

Y lo dice hablando de ese dolor infinito, perdurable más allá de años y tragedias, vivido en soledad y casi total aislamiento social, que sufren las víctimas olvidadas del terrorismo. En Italia, en este caso, en España con los más de 850 asesinatos de ETA, pero en muchos más países. Aquí se tratará de la Italia de los llamados “años de plomo”: una guerra feroz declarada contra el Estado por grupos de extrema izquierda como Lotta Continua o las Brigate Rosse, que se cebaba en blancos indefensos, acostumbrados a vivir en la cotidianeidad si no tranquila, sí confiada e incrédula ante la barbarie, de nuestras democracias occidentales.

La mañana del 17 de mayo de 1972 dos tiros disparados por la espalda a un joven comisario de Milán, Luigi Calabresi, serán el comienzo de una de las etapas más tenebrosas de la historia de la Italia moderna. Su hijo y autor de este libro, Mario, entonces de dos años, tardaría toda una vida en llevar a cabo, ya en la madurez, una profunda y emocionante investigación tanto privada como sentimental sobre un padre al que unos terroristas ajusticiaron despiadadamente saliendo de su domicilio, como de carácter público, interrogándose e interrogando a toda una sociedad.

Interrogando a unos medios amarillistas e irresponsables que publicaban de forma cotidiana acusaciones y linchamientos sin ningún tipo de pruebas; a unos políticos evasivos que no lucharían jamás por la verdad ni el esclarecimiento de los hechos y, por fin, aquella vergonzosa cooperación necesaria de un buen número de intelectuales radicalizados que no dejarían de dar la razón muchas veces a los violentos, sin exigirles ni culpas ni arrepentimiento.

Una vez salidos de la cárcel, aquellos acusados de delitos irracionales de una terrible violencia («¿asesinados por qué, además? Por el sueño de un grupo de exaltados que jugaban a hacer la revolución, haciéndose ilusiones de que eran espíritus elegidos, almas bellas entregadas a una noble utopía», dirá Calabresi) no tardarían en recorrer como si nada los platós de televisión y de publicar obras de gran éxito que se venderían por miles.

Porque el ‘acusado’ ya hacía tiempo que se había decidido erróneamente, sin ningún tipo de pruebas. El comisario Calabresi sería señalado en un linchamiento despiadado y sin precedentes («kilos de palabras, de polémicas, de rabia») que recordaba épocas medievales, u obras como La letra escarlata de Hawthorne, de ser el culpable de haber arrojado por la ventana de su comisaría de Milán a un anarquista detenido, Giuseppe Pinelli, acusado de participar en la famosa masacre de Piazza Fontana, del 12 de diciembre de 1969.

‘Salir de la noche. Historia de mi familia y de otras víctimas del terrorismo’

 

Imagen - 'Salir de la noche. Historia de mi familia y de otras víctimas del terrorismo'


Autor
 Mario Calabresi
Editorial Libros del Asteroide
Año 2023
Páginas 164
Precio 19,45 euros

Recuento sobrecogedor

Con una enorme delicadeza, con un minucioso detallismo simbólico y con una estremecedora capacidad de transportar al lector a aquellos años hoy inconcebibles en los que unos fanáticos ejercían un terror y odio incontestable, Calabresi repasa la memoria familiar y esos momentos más tenaces y solitarios de su adolescencia y juventud, en los que inicia por su cuenta una intensa investigación en los periódicos antiguos sobre los hechos que rodearon la muerte, debatida hasta décadas después, de su padre.

A este recuento, muchas veces sobrecogedor, de un salvajismo que dictaba su ley en las calles (con jóvenes de 21 años armados de pistola que asesinaban a policías de 21 años recién llegados del sur) se une una admiración sin límites por su madre, una joven viuda con tres niños pequeños, que les transmitió unas reglas firmes: «Nunca una polémica, nunca una palabra de más y, sobre todo, confianza en la Judicatura». Una admiración extensiva a muchas más mujeres e hijas de policías, médicos, jueces, políticos u obreros de fábricas asesinados, que desfilan por este libro o alegato humanista admirable, duro, necesario, que no hay que dejar de leer.

Este es el tema que recorre ‘El escupitajo’, relato magnífico (en forma de ficción novelesca, basada en hechos y personajes reales) de la fiscal adjunta del Tribunal de Palermo, Marzia Sabella (Bivona, 1965). La diferencia con el excelente relato autobiográfico de Calabresi es que en este caso la protagonista de la historia es alguien que se decidió a contar todo «desde dentro» del engranaje. Una viuda, y madre coraje, que tras ser asesinado su marido, empezó delatar con furia a los capos y sicarios mafiosos que poco tiempo después también asesinarían a su único hijo.

Testigo directo, a la vez arrepentida de haber vivido en aquel submundo sangriento donde nadie hablaba, vengadora implacable cuyos escupitajos a los criminales que asistían a los juicios se convirtieron en su propia seña de identidad, Serafina, la viuda Battaglia, emprendió en 1963 su propia guerra letal contra todos: contra la Mafia, contra el Estado, contra la Iglesia y contra su propia familia, que la acusaban de ‘asesina’ de hablar demasiado y ‘enviarlos al camposanto’.