Maquiavelo

Ni radical ni reaccionario.

Maurizio Viroli.- ABC

‘Radical’ y ‘reaccionario’ son conceptos que han entrado en el lenguaje político tras la muerte de Maquiavelo.

Los ataques contra Maquiavelo dieron comienzo inmediatamente después de su muerte en 1527 y continúan hoy con renovada intensidad. Robert Black, en su libro ‘Maquiavelo’, de 2013, criticó severamente a aquellos estudiosos que, según su opinión, intentaron embellecer o esterilizar al pensador florentino. Black nos recuerda que el autor de ‘El príncipe’ «no compartió nuestra perspectiva humanitaria moderna»; además, nunca fue «un cristiano convencional, puede que ni siquiera fuera un cristiano o que, incluso, hubiera sido un ateo efectivo». Para Black, Maquiavelo no fue «un altruista incomprendido con el que podríamos identificarnos a partir de sus últimos sentimientos políticos positivos, un clandestino hacedor del bien que al final situó el interés público sobre el interés privado». Al contrario, Black insiste en que Maquiavelo fue un cínico individual que, sin embargo, pensó que era ocasionalmente posible revivir la antigua virtud, alcanzar la gloria o, temporalmente, detener el avance de la corrupción. En su último libro, ‘Maquiavelo: de radical a reaccionario’, Black aporta nuevos rasgos al retrato: Maquiavelo en los últimos años de su vida se convirtió en «un conservador» que sostenía el gobierno y la política aristocráticos y los valores y costumbres del ‘establishment’ social y político de su tiempo.

Desde hace muchos años hemos aprendido que interpretar las obras de un escritor político del pasado a la luz de conceptos elaborados en contextos históricos diversos nos lleva a hacer lecturas anacrónicas que atribuyen al autor ideas que, en puridad, le resultarían absolutamente ajenas. ‘Radical’ y ‘reaccionario’ son conceptos que han entrado en el lenguaje político tras la muerte de Maquiavelo: el primero, al final del siglo XVIII para indicar la aspiración de profundas reformas sociales y políticas; el segundo, al inicio del siglo XIX para indicar la oposición a la revolución. En el título del cuarto capítulo de su libro, Black no emplea el término ‘reaccionario’, sino ‘conservador’ (‘The Emerging Conservative, 1519-27’), pero estos son dos conceptos bastante diferentes. Una mayor claridad conceptual, sobre todo en un libro consagrado a un público no especialista, habría sido deseable.

Más allá de la claridad conceptual, ¿podemos considerar que Maquiavelo se volvió verdaderamente conservador en los últimos años de su vida? En el ‘Discursus florentinarum rerum’, escrito entre noviembre de 1520 y febrero de 1521, Maquiavelo exhortó a los Médici a restituir al ‘Consiglio Grande’ –verdadero fundamento y símbolo del gobierno republicano– el poder y el prestigio que había tenido antes del golpe de estado de 1512. La suya era una propuesta de reforma radical. Black tiene razón cuando sostiene que en los últimos escritos de los años 1520-1522 «Maquiavelo estaba pensando, claramente, en términos republicanos y […] el rol previsto para los Médici era temporal». Es más, por el hecho de pensar conforme a los principios de aquella república, Maquiavelo no presenta una propuesta de reforma destinada a consolidar o a hacer permanente el dominio de los Médici sobre Florencia. La suya habría sido una propuesta destinada a restaurar el gobierno popular.

Black tiene razón cuando sostiene que en la ‘Historia de Florencia’, la última gran obra de Maquiavelo, completada en 1525 por encargo del Papa Clemente VII (Julio de Médici), Maquiavelo inserta de forma implícita, aunque bien visible, críticas al sistema de poder mediceo, un sistema fundado sobre todo en la distribución de favores a cambio de lealtades. Para el pensador florentino este método era eficaz para mantener el poder en Florencia o en Roma, pero no podía ser el modo de gobernar de un príncipe que quisiera realizar cosas grandes, como liberar a Italia del dominio extranjero y combatir la corrupción política. Pero, si como Black reconoce, Maquiavelo critica el poder de los Médici y propone reformas políticas radicales, ¿en qué sentido podríamos considerarlo un conservador?

Maquiavelo no se convirtió en conservador después de haber sido radical por la simple razón de que nunca fue un radical. Black mantiene, sin embargo, que Maquiavelo fue radical porque fue «el autor de un escandaloso manual sobre la tiranía compuesto en provecho de los aspirantes a déspotas del Renacimiento». Pero en ‘El Príncipe’ exhorta a un príncipe nuevo a «mostrarse amante de la virtud», a consolidar el principado con «leyes buenas», «buenas armas», «buenos ejemplos» y a liberar Italia del dominio extranjero. Son todas exhortaciones que no tienen nada que hacer con la tiranía o el despotismo. El gran ejemplo que Maquiavelo formula en ‘El Príncipe’ es el de Moisés, el amigo redentor de Dios que guía al pueblo desde la esclavitud hasta la libertad.

No creo que sean convincentes tampoco las tesis que hacen de Maquiavelo un radical porque, como escribe Black, refutó «no solo a la Iglesia católica de su tiempo, sino también al cristianismo como tal». Para sostener su tesis Black cita este paso de los ‘Discursos sobre la primera década de Tito Livio’: «Y aunque pareciera que el mundo se ha vuelto afeminado y el Cielo desarmado, surge más sin duda de la cobardía de los hombres, que han interpretado nuestra religión según la ociosidad y no según la virtud. Porque si consideraran cómo nos permite exaltar y defender a la patria, verían cómo quiere que la amemos y la honremos, y nos preparemos para ser tales que la podamos defender». Black apuntará que Maquiavelo invocaba un cristianismo más militante.

Pero el pensador florentino invoca el renacimiento de la religión cristiana gracias al descubrimiento de  sus principios verdaderos, esos principios que han sido corrompidos por las malas interpretaciones y el comportamiento del clero. Quiere que la religión cristiana encuentre una nueva fuerza y una nueva vida en el corazón y en la mente de los pueblos que no muera. Y no quiere que muera porque cree que para vivir libres los pueblos necesitan una religión civil que les enseñe a amar y defender la libertad. Los enemigos de Maquiavelo fueron siempre tanto la tiranía como el poder sin límites; sus enseñanzas, las de un defensor del gobierno de la ley y de la libertad, no las de un radical, ni un conservador o un reaccionario. Todas estas ideas que nos ayudan a entender todavía lo que significa vivir como ciudadanos libres.

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