Antimemorias de Jorge Semprún
El intelectual que no gustaba a derechas… ni a izquierdas.
Paula Corroto.- El Confidencial
El guionista Gonzalo Toledano recrea en una novela la vida en la clandestinidad del escritor y exministro del Cultura con el PSOE de Felipe Gonzále
En noviembre de 1964 murió Federico Sánchez. O más bien se despidió de él Jorge Semprún en presencia de Fernando Claudín. Los dos ya ex comunistas -al menos sin carné- por decisión de Dolores Ibárruri y Santiago Carrillo -demasiado poco comunistas, según la cúpula-, decían adiós a los años de la clandestinidad en Madrid y a los años del miedo a que te pillara un policía torturador y te llevara al infierno de la Dirección General de Seguridad. También a una ciudad en la que se llenaban Las Ventas, corrían las copas en Chicote y las juergas flamencas -eso sí- para la élite cultural (y torera) del régimen. Un Madrid gris, con mucho toque pendenciero, que ya solo existe en la memoria, películas y algunas novelas.
Precisamente, una de ellas es ‘Antimemorias de Jorge Semprún’ que el guionista Gonzalo Toledano Rodríguez de la Pica acaba de publicar en Espuela de Plata y que recrea con muchísima fluidez y con un pulso muy acertado los años en los que el escritor y político vivió bajo el pseudónimo de Federico Sánchez en la capital. Lo ha hecho como gran admirador del intelectual fallecido en 2011 y a partir de ‘La Autobiografía de Federico Sánchez’, las memorias que escribió el propio Semprún, con las que ganó el Planeta en 1977 (sí, entonces se premiaban estos libros y a estos autores) y con las que se vengó de Carrillo e Ibárruri.
“Aquel era un libro que estaba en casa de mis padres. Solía pasar con los Premios Planeta, que estaban en todas las casas. La portada con la foto de él con la hoz y el martillo me llamaba mucho la atención. Lo leí y me encantó, pero eché en falta la cosa más humana. El Semprún más humano. Se desdobla y es un personaje muy frío, calculador. Sin embargo, los testimonios de la gente que conoció hablan de una persona diferente que en la intimidad era muy divertida, una persona que te hacía pasar un rato muy entretenido”, comenta Toledano por teléfono a El Confidencial. Al guionista le faltaba la voz del escritor de ‘El largo viaje’, el maravilloso libro en el que contaba su traslado al campo de concentración de Buchenwald en aquellos viajes en tren que parecían más de ganado que de humanos.
Por eso decidió inventarse la que podría haber sido la vida de Semprún como clandestino en Madrid entre los años cincuenta y sesenta. Y el amor que pudo haber encontrado. “Es que un hombre así, que se hacía pasar por francés, que tenía aquella planta, que era tan atractivo, se habría tenido que enamorar… O seguro que tenía que gustar. Lo que quería era complementar la parte humana de ‘La autobiografía de Federico Sánchez’, revela.
Aparece un Madrid franquista perfectamente creíble con figuras como Billy El Niño y asesinos como el niño pijo adicto a la coca, José María Jarabo
Y lo hace siguiendo el estilo del escritor, que también jugueteó con la realidad y la ficción en todos sus libros de memorias, como ocurre también en ‘Federico Sánchez se despide de ustedes’, en el que contó sus años como ministro de Cultura con el PSOE entre 1988 y 1991 (y las críticas que recibió por ello). Toledano logra armar un Madrid franquista perfectamente creíble en el que aparecen figuras como ese torturador “responsable” trasunto de Billy El Niño, asesinos como el niño pijo adicto a la coca y las prostitutas, José María Jarabo, poetas como Gabriel Celaya o intelectuales como José Ortega y Gasset. También hay algún cameo como el del político conservador Antonio Maura con el niño Semprún -su nieto- sentado en sus rodillas. O el de Julián Marías en el velatorio de Ortega y Gasset.
“Es verdad que aquel era un Madrid muy complicado, pero también era un Madrid muy divertido. El Madrid de las Ventas y las fiestas flamencas a las que obviamente solo tenían acceso unos pocos. El Madrid de Chicote, donde estaba Fernán-Gómez, Dominguín… Donde iba alguien a divertirse, pero también alguien a comprar un antibiótico de estraperlo porque su hijo se estaba muriendo. Es un Madrid gris que me atrae”, constata Toledano. Se vislumbra en la novela ese blanco y negro que tan bien recreara Paco León en la serie ‘Arde Madrid’ que rendía tributo a Ava Gardner y estrenada hace unos años.
De extra famosos a olvidados
Muchos de estos personajes (reales) fueron muy famosos en su tiempo aunque hoy lo parezcan menos (o muchas personas ni siquiera sepan quiénes fueron). Como Jarabo, que se convirtió en uno de los criminales más mediáticos del país en el verano de 1958. En la novela aparece en varias ocasiones para hilvanar varios acontecimientos. “Es otro personaje que me llama mucho la atención. Yo he vivido muy cerca de dónde cometió los crímenes -en Lope de Rueda con Saínz de Baranda- y uno pasa por ahí y te puedes poner a pensar que hace cincuenta años allí hubo cuatro asesinatos, pero hoy hay mucha gente que ya ni se acuerda ni de los crímenes ni de Jarabo. Y eso que fue un personaje muy popular”, manifiesta.
No podía ser de otra manera. Jarabo era un dandy, un niño bien con muy buenos contactos familiares que se lo gastaba todo en noches, drogas y alcohol. Era un personaje muy conocido en ambientes nocturnos que se codeó con el famoseo de entonces, como Sara Montiel. Hasta que un día, por intentar recuperar una joya que había empeñado, mató a cuatro personas. Fue detenido al día siguiente, juzgado y condenado al garrote vil. Y toda la prensa vivió de ello durante un tiempo.
Otros personajes no le van a la zaga aunque hoy su presencia y recuerdo sea mucho menor. “Es muy interesante que personajes que en un momento determinado, no es que sean muy famosos sino que son extra famosos, puede llegar a un olvido total. O se les recuerda mucho menos. Por ejemplo, con Ortega y Gasset, que daba una conferencia en un teatro y se llenaba. O Gabriel Celaya, que era un poeta conocidísimo y hoy está completamente olvidado…”, se lamenta Toledano.
La figura política de Semprún
¿Le ocurre lo mismo a Jorge Semprún? El intelectual, que formó parte de la Resistencia partisana en la II Guerra Mundial, que acabó en un campo de concentración nazi, que fue escritor y guionista de algunas de las películas del también comunista Costa-Gavras – por ‘La guerra ha terminado’ y ‘Z’ llegó a esta nominado al Oscar-, que fue ministro de Cultura con el PSOE y que tiene premios como el Formentor, el de Libreros alemanes, el Planeta y el Lara, entre otros muchos… ¿Está olvidado?
“El problema de Semprún es diferenciar su repercusión en España y fuera de España. Aquí como escritor está muy infravalorado. Porque no escribió solo en español y porque es muy político. Si cuando le dieron el premio Planeta se montó la de San Quintín”, recuerda Toledano. Lo mismo ocurrió cuando fue nombrado responsable de la cartera de Cultura por Felipe González. “Se decía que qué sabía de la cultura española porque vivía en París como si en París no hubiera radio, prensa o televisión. A lo mejor tampoco le hacía falta saber los estrenos más importantes que había en el cine, pero precisamente decir eso de Semprún…”, añade el guionista. La crítica vino hasta de dentro del PSOE, puesto que uno de sus principales enemigos fue Alfonso Guerra, con quien Semprún ajustaría cuentas años más tarde en ‘Federico Sánchez se despide de ustedes’.
Para él, el lastre de la figura de este intelectual tiene que ver sobre todo con su papel político. “En España está muy mal visto. El ser tan político le ha creado muchos enemigos. España es un país muy cainita y el ejemplo más claro es su hermano, que fue su mayor detractor. Se le ha llegado a acusar de Kapo, que eran los judíos que ayudan a los nazis en las tareas de exterminio. A la derecha desde luego no le gusta nada, pero es que hay una izquierda que tampoco”, sostiene.
Por suerte, dice, en Francia y Alemania sí es un intelectual reconocido. Y Toledano espera que por aquí cambie la percepción. Su vida, está demostrado, da para una novela, y hace tres años saltó la noticia de una posible película a cargo de Agustín Díaz Yanes. Pero ahora que se buscan tantos contenidos para tantas plataformas de audio e imagen, extraña que lo que esté un cajón sea, precisamente, un guion.