Esta semana es la verdadera «semana de pasión» en cuanto a la política local. Llegan los pactos necesarios – y otros no tanto – en miles de ayuntamientos. Y es cuando se ven las mezquindades y tragaderas de unos y la dignidad de otros, a la hora de conformar mayorías de investidura que permitan volver a ocupar los sillones de poder durante los próximos 4 años – o lo que tarden en montarles una mayoría alternativa vía moción de censura -.
He tenido la suerte o desgracia de vivir unas cuantas investiduras como candidato a la alcaldía siendo el más votado, pero nunca en mayoría absoluta. En la primera, alcancé un pacto previo de izquierda a derecha (con IU más independientes de derechas). En la segunda llegué sin pacto alguno, fui el mas votado y goberné cuatro años más en lo que llamé «minoría absoluta» -una experiencia oigan– . En la tercera y última, me presenté a la investidura después de hablar con todos y sin pactar con ninguno, logrando el voto a favor el día de autos de 12 de los 13 concejales presentes. E inicié una legislatura que puedo catalogar como la más exitosa de la historia de ese Ayuntamiento…
Esta batallita de abuelo viene al hilo de que mi experiencia me lleva a dar tres consejos a quienes estén ahora mismo en ese mercado persa que son a veces las negociaciones de pactos municipales:
1. Antepón siempre tu dignidad y tu responsabilidad por encima de las directrices de los partidos, que solo buscan poner chinchetas en los mapas pero no te pagan después los ansiolíticos ni las medicaciones para la úlcera soportando socios indeseables. Más vale un portazo a tiempo que una depresión de cuatro años.
2. El sillón y el sueldo mola, pero no tanto como para dejarte en el camino demasiadas cosas. En el curro propio no hace tanto frio.
3. No escuches a come orejas y asesores externos. La última palabra la tiene que tomar quien va a asumir las consecuencias. En la vida municipal que es presidencialista es el candidato/a a la alcaldía quién recogerá los beneficios o sinsabores de lo que se decida. El que está fuera o va a cobrar por ser concejal de asuntos intrascendentes no se juega ni el escarnio, la presión o su patrimonio, como lo hace el alcalde que firma los decretos.
Estos tres consejos son intercambiables pero creo que irrenunciables. A mi, que los apliqué e hice en cada una de las tres legislaturas lo que mi conciencia –y honor– me decía, pasando olímpicamente de lo que partidos o externos recomendaban, no me fue mal del todo. Y aún así decidí que no merecía la pena optar a una cuarta. La inmolación para los héroes… y de héroes están llenos los cementerios (políticos y reales).
Luego no me digan que no les avisé 🙂