La España vacia y vaciada parece que se pone de moda. No porque al final alguién vaya a priorizar estos territorios españoles que han visto con horror como durante 40 años han quedado supeditados a lo que sobraba en Madrid -o en Barcelona, Bilbao, Sevilla…-, sino porque genera pánico que las mayorias parlamentarias queden supeditadas a dos decenas de diputados regionalistas surgidos del descontento. No se preocupaban tanto cuando eran los nacionalistas periféricos quienes canjeaban votos por inversiones -y por identidades-.
La realidad es que hay vida más allá de las grandes urbes. Una vida que ante la falta de voluntad de hacer país y garantizar igualdad de oportunidades y derechos en todos los territorios españoles, ha decidido tímidamente rebelarse y anunciar que van a coordinarse para presentarse a la elecciones siguiendo el ejemplo exitoso de Teruel Existe.
Les han recibido hablando con saña de retorno al cantonalismo o se les humilla con viejos clichés de paletos y crueles cazadores o taurinos. Eso es miedo. Y clasismo a espuertas evidentemente. Y todo porque reclaman trabajo, educación, carreteras… y que se recuerde que el eje de prioridades debe alcanzar un equilibrio entre los centros y las periferias. ¡Ya podrían dedicarse a pedir netflix en otros idiomas!
A estos insensatos de boina calada de la España profunda se les ha ocurrido preguntarse si no falla algo en el modelo y si no podrían repartir mejor todos los fondos -los europeos también- que llegan para que se lucren las grandes empresas y les toque algo a los territorios que se siguen despoblando porque precisamente esas inversiones pasan de largo. El caso del nefasto servicio ferroviario a Extremadura es un ejemplo claro de desprecio centralista y subordinación de los dirigentes locales a los intereses y agenda del partido estatal de turno. Y en ese escenario llega la plataforma de entidades que han optado por sentarse en los escaños además de colgar pancartas y manifestarse.
Puede que todo esto quede en nada y no se llene el parlamento de diputados uniprovinciales que no dependan mayoritariamente de Ferraz o Génova. O si. Pero a diferencia de otros no veo a estos aspirantes a diputados desde la España Vacia queriendo romper España sino todo lo contrario. Les veo uniéndola desde la busqueda de igualdad, la cercanía y el orgullo de quienes están hartos de que les tomen el pelo. En las Castillas desmenbradas sabemos muy bien que significa esto.