En un momento donde recuperamos la «alerta antifascista» como razón de ser de las izquierdas en particular y de todas las fuerzas sistémicas en general, Mbappe se ha convertido en icono de la democracia universal con su planteamiento de cara a las elecciones legislativas francesas de votar contra «los extremos». Y se hizo el milagro. Todos los medios de comunicación junto a los voceros de la izquierda han decidido que «los extremos» es Marine Le Pen y el crecimiento de las fuerzas conservadoras y soberanistas. Lo del Frente Popular que incluye a los islamomarxistas de la Francia Insumisa no es extremo. Solo Marine y Bardella. Será que al multimillonario Mbappe le parece perfecta y moderada la política fiscal del Partido Comunista. A no ser claro que los millones de euros que le ha pagado el régimen asesino, homófobo y machista de Qatar –ahí como recuerda la maldita hemeroteca, el extremo futbolístico decía que no opinaba de política– estén exentos. O que quizá la política económica del Frente Popular a la hora de la verdad, no les resulta nada incomoda. Que todo es posible.

Defiendo la libertad de cualquier persona a opinar de lo que quiera, sepa o no de lo que habla, pero también el derecho a decir que estas élites que se convierten en portavoces de lo correcto lo hacen con un oportunismo hipócrita puesto que, salvo escasas excepciones, solo piensan en voz alta cuando saben que les van a aplaudir a dos manos. Y en este caso además, lo hace para apoyar evidentemente al banquero Macrón aunque hayan sido desde la orilla izquierda quienes más le aplaudan, porque les viene de lujo a su imaginaria y partisana oleada antifascista. Yoga, batucadas y millonarios. Deben temblar.

Lo que estos días escuchamos en los medios es de traca. Mbappe tiene la libertad pero también la obligación de decir lo que piensa, claman en las columnas y las ondas. Eso si, solo si dice lo que queremos que diga. Si sale un rico famoso a decir cosas fachas, mejor que se calle. ¡Figo cállate –qué no vendría mal de paso-! Pero si sale a decir chorradas desde su atalaya, ¡pongámosle la alfombra roja al Almodovar de turno! Democracia selectiva.

Ah… y otra cosa, a ver si va ayudar con sus palabras Mbappe y otros deportistas a que la Francia real, esa que vive en los barrios obreros y zonas rurales hasta las narices de las políticas de las élites parisinas, acuda a votar sin miedo –que ya perdieron hace mucho en la Francia obrera– a quien consideran que más toca las narices al sistema o a quien creen que es una oportunidad de cambio. Qué ya habrá tiempo para defraudarse… o no.

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